Los muertos debían pagar un óbolo a Caronte por el viaje, razón por la cual en la Antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda en cada ojo.
Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, hasta que Caronte accedía a portearlos sin cobrar.
Creo que la vida es cómo una comida: la disfrutamos (el que la disfruta) hasta que llegan los postres, que es el final. Entonces viene la muerte y Caronte nos examina a ver si tenemos el óbolo del peaje.
Come y bebe, disfruta,
trincha bien ese lechón;
come cabrito con ajo,
apura el vino dulzón;
degusta del buey asado
en las brasas del carbón...
que bien cebado te quiere,
a los postres, te requiere
Caronte, el muy cabrón.
trincha bien ese lechón;
come cabrito con ajo,
apura el vino dulzón;
degusta del buey asado
en las brasas del carbón...
que bien cebado te quiere,
a los postres, te requiere
Caronte, el muy cabrón.
Muy bueno el poema, de donde lo has sacado?
ResponderEliminarDe mi cabeza ^_^
ResponderEliminarMuy original, magistral.En tus posts se ve que tienes talento.
ResponderEliminares icreible despues de 10 años de tenerlo tatuado en mi braso pude saver quien era
ResponderEliminarPlas, plas, plas.
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